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Caracas, Estado Miranda, Venezuela
"Mi Cristo Interno saluda a sus Cristos Internos y se los bendice" Soy Metafísica.- Me gusta ayudar a los demás y compartir mis aprendizajes y experiencias con quien las necesite, sin pedir nada a cambio.- Voy en busca de mi Crecimiento Espiritual, para ser un mejor ser humano y cumplir a cabalidad con el Plan Divino que me ha sido asignado en este plano.- Considero que nadie es dueño absoluto de la Verdad, por eso, defiendo y respeto la Universalidad de los conceptos y criterios, pues pienso que es la mejor forma de integrarnos en el todo.- Recordemos que "Todos somos Uno con el Padre" .- Por eso mi lema es: "Vive y deja vivir".- Pienso con toda humildad que todos somos Maestros, porque de hecho llevamos Uno dentro de nosotros; simplemente lo que ocurre es que estamos en diferentes y numerosos grados de evolución y por eso necesitamos unos de los otros para seguir nuestro crecimiento y desarrollo espiritual. Por otra parte creo firmemente que tenemos el deber de transmitir nuestro conocimiento, experiencias y aprendizajes, para no practicar el refrán que dice: "Las cosas por saberse se callan y por callarse se olvidan".-

jueves, 10 de junio de 2010

¿QUÉ ES LA FE?



Hermanos:

Escuchen esto con mucha atención porque hoy cantaremos a la Fe.

Estas palabras irán dirigidas a los que sufren, a los que se sienten solos, a aquellos que luchan y se sienten desmayar a mitad del camino, a aquellos que se creen demasiado alejados de Dios, a los que sufren pensando que sus pecados son tan grandes que eternamente sufrirán la condena sin ninguna esperanza, y también para aquellos que no creen más que en ellos mismos, pero muy en lo interno saben que eso es tan sólo una postura psicológica.

A todos ustedes les diré:

Que Dios está con ustedes, que no importa dónde se encuentren, porque si entre todas las arenas del desierto un pequeño polvo de arena clamara a Dios pidiéndole ayuda, ese polvo sería levantado inmediatamente y bendecido en toda su gloria.
Si una hoja de entre los millares que existen en la selva levantara su voz pidiendo a Dios, esa hoja sería escuchada y sería bendecida por voluntad de Dios.

Si una sola célula de entre todo su cuerpo pidiera ser atendida en su sufrimiento, esa célula sería encontrada y consolada inmediatamente por los misterios divinos, porque Dios es la fuerza que conecta a todas las criaturas a una fuente infinita de poder, y nada existe que pudiera decirse separado de ese poder inconmensurable que es Dios.

Podrían desatarse las tormentas, y entre relámpagos y truenos verse perdida de pronto una criatura del Señor, pero bastaría que murmurara su nombre para que la tormenta hiciera un espacio de calma alrededor de ese ser que ha orado con fe.
Podría tronar la tierra y derrumbarse los muros, podrían caer edificios enteros y entre llamaradas de incendios y explosiones, la fe de los justos los llevaría a salvo entre toda esa confusión.
Donde hay fe no hay temor.

Donde hay fe está la fuerza y el poder divino trabajando alrededor, porque la fe es la fuerza que conecta al ser con todo su poder interior, la fe es la puerta que da paso a la Divina Presencia en el hombre.

Podría verse alguien de pronto envuelto completamente entre nieblas, agobiado por los horrores de los vicios o por el peso de sus pecados, sumido completamente en la más espantosa degradación humana, pero mientras su corazón sienta y su mente pueda murmurar para llamar a Dios, esa fuerza lo levantaría de entre los escombros de su vida, para situarlo en el más alto pedestal de la dignidad humana, porque no hay hombre más digno de vivir una vida, que aquél que es movido por la fe de Dios.

Qué importa todo lo que haya pasado antes, qué importa la calidad moral de un pasado, si de pronto, nuestra puerta se abre para dar paso a la presencia de Dios. La fe es un bálsamo bendito que libera de sufrimientos a la persona que la profesa. La fe es la cura milagrosa para los dolores del pasado y abre los ojos para un porvenir glorioso.

Dios es la presencia omnipotente permanentemente presente en todo ser, y es el hombre el único capaz de accionar esa energía, porque la fe no viene de afuera. Podrán escuchar mil discursos llenos de amor, podrán asistir a mil iglesias en donde se hable del Señor, podrán clamar mil veces por la ayuda para despertar esa fe, pero siempre al final cada quien deberá hacerlo solo.

Esa fe es la que nace del corazón, la que nace de ese encuentro solitario e íntimo que el ser experimenta cuando cerrando sus ojos y apretando sus manos contra el pecho, reconoce que su vida puede mejorar y debe mejorar; reconoce que su existencia es debida a un magnífico poder que mueve los mundos y dirige la evolución de todas las criaturas.

Esa fe nace de reconocerse fruto, hijo bendito de una manifestación incomprendida, inconmensurable y omnipresente. Esa es la fe que mueve montañas, las montañas de iniquidad, las montañas de dolores, las montañas de recuerdos, las montañas de rencores, esa fe que nos permite dejar en paz a todos aquellos que nos han lastimado.

Esa fe que nos abre los ojos hacia un futuro prometedor y nos quitas las manos de nuestro propio cuerpo para llevarlas hacia una vida creativa y útil. Esa es la fe que elimina los sentimientos de auto conmiseración, para convertirlos en una eterna alabanza a ese Rey de Reyes.

Esa es la fe que mueve las vidas de aquellos que escriben la historia, es la fe que impulsa al marino a embarcarse en el mar y la fe que mueve a los alpinistas a escalar las más altas cumbres, la fe que dirige a los cirujanos en las más delicadas operaciones.

Es la fe que hace reír a los humildes aun sin tener nada que comer, la misma fe que brilla en los ojos de los niños aun sumidos en la miseria, la misma fe que reflejan los padres cuando ven en su cuna al recién nacido, es la fe que siente la madre cuando poniendo la mano sobre su vientre, recita dulces palabras a ese fruto de su amor que se encuentra en gestación.

Es la fe que hace madurar los frutos en los árboles de la naturaleza, la fe que mueve los ríos en su camino al mar, la que vibra en los corazones humanos cada vez que hay Navidad, la que inspira, la que mueve, la que motiva, la que despierta, la que agiganta.

Esa es la fe que hace santos a los santos, la fe que llevó a Cristo a la resurrección, la fe que ha guiado a los hombres desde el inicio de los tiempos, la misma fe que llevará a todos ustedes de retorno al Padre.

Estas son mis palabras y con ellas dejo mi bendición entre ustedes.

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